Sólo he tardado ¿cuánto? ¿año y medio en hacer una página de Facebook de la página? Bien pensado, si se tiene en cuenta que yo no tengo una, no es tanto tiempo. Pero ya está aquí para atender comentarios, preguntas y amenazas variadas.
lunes, 13 de agosto de 2012
Diario de un treintañero... y gay... y ciego 61
A pesar de lo que mis hormonas y diversas partes de mi anatomía pudieran preferir, mi cerebro seguía teniendo claro que mi encuentro con Miguel en el jacuzzi, debía durar lo menos posible. Esa era la última noche que Sergio iba a pasar en la casa antes de su apresurada mudanza y lo último que me apetecía era que me pillase desnudo con Miguel. Seguramente a él tampoco le haría demasiada gracia. Pero por muy buena que fuera mi disposición, hay cosas que son complicadas de controlar y hay momentos en los que los minutos pasan volando. Al final, para cuando Sergio entró en el salón, mis pantalones y calzoncillos seguían bastante alejados de mis piernas. Por suerte, que fuera ciego me daba un gran margen para poder ponérmelos. Mientras no me diera un azote en el culo, no tenía por qué enterarse de que mis gónadas se encontraban a la intemperie.
—Hola, encantado de conocerte —le saludó Miguel que, al contrario que yo, sí había tenido tiempo de tapar sus vergüenzas—. Santi me ha hablado mucho de ti. Y Víctor, por supuesto.
—Sí, ambos también me han mantenido informado sobre ti —respondió Sergio.
—Qué situación tan cómica —se rio Miguel—. Yo estoy con tu ex y tú estás con el mío.
El comentario me sorprendió tanto, que me puse a toser. A veces mi cuerpo tiene formas extrañas de expresar la preocupación. De momento no le ha dado por relajar ningún esfínter, pero todavía soy joven. Tiempo al tiempo.
—¿Tú sabías que tu nonovio había sido el nonovio de mi nonovio? —le pregunté a Sergio cuando Miguel se hubo ido y yo logré recobrarme de mi ataque expectorante.
—Con tanta negatividad me cuesta seguirte —respondió confundido.
—Ay —suspiré—. Reharé la cuestión ¿sabías que el tío con el que te lías había sido el ayudante y amante del tío con el que me lío?
—Mira que te cuesta. Con tanto irte por las ramas para usar el término correcto, pareces un político. Llámales "novios", aunque sea mentira. Al menos me enteraré de lo que hablas.
—¿Sabías lo de mi novio y tu novio? —dije con brusquedad.
—Pues nadie me lo había corroborado, pero tenía mis sospechas —admitió Sergio—. Se conocían, Víctor hablaba mucho de Miguel, antes trabajaba ayudando invidentes, su exnovio es ciego... no hay que comerse la cabeza demasiado para sacar unas cuantas conclusiones precipitadas.
—Ya me doy cuenta.
—Lo que me sorprende es que tú no lo hicieras.
—Bueno, lo único que me había contado era cómo se llamaba y que fue su ayudante un verano en la playa.
—¿Y el día que nos encontraste en el bar con la hermana de Miguel no se despertaron tus sospechas? No es que "Víctor" sea un nombre raro, pero a mí me llamaría la atención tanta repetición en gais relacionados con esa familia
—Sí, es raro.
—Lo mismo tu cabecita se está arreglando —dijo Sergio riendo—. La reina del drama está muriendo.
—Es posible —acepté contento—. Tendré que comentárselo a mi psicólogo.
—Bueno, dejemos el tema de novios y relaciones por el estilo. Es mi última noche aquí no quiero estropearla hablando de gente ajena a esta casa. Así que ponte los pantalones, limpia lo que hayáis manchado antes de que apareciera y pon la mesa.
—¿Cómo... cómo sabías que no llevaba pantalones?
—Tengo un sexto sentido para esas cosas —contestó mi ex—. Venga, date prisa. He comprado comida china y hay que comerla caliente o empezará a saber a cartón.