Luna me invitó a comer en un restaurante japonés. No es que sea mi comida preferida, de hecho detesto el sushi, pero me lo tomé como una penitencia, un esfuerzo que tenía que hacer para volver a conectar con mis amigos más queridos. Al menos, valdría para que mi psicólogo me dejara de darme el coñazo con el tema de mi asociabilidad… aunque tuviera toda la razón. Sin ir más lejos, a Luna no la veía desde la fatídica tarde en la que Ichi se enteró que yo tenía novio (quien dice novio, dice “relación extraña sin demasiada definición”).
Y, como si le apeteciera revivir esos momentos felices, Luna apareció en el restaurante acompañada de Ichi. Creo que “puta” fue lo más bonito que se me vino a la cabeza al darme cuenta de la encerrona. Después recordé que Luna es caótica por naturaleza y, seguramente, ni se había dado cuenta de que la presencia del otro pudiera acarrearme alguna incomodidad. Bueno, a decir verdad, no debería hacerlo. No me había hecho nada personalmente. Pero aún pensaba que estaba utilizando a Marc de alguna forma para vengarse de mí… ¿utilizar a Marc? Hay que ver lo que puede llegar a cambiar la vida.
—Santi ¿Qué tal con tu novio? —preguntó Luna en otra muestra más de su absoluta inocencia. O puede que fuera un ejemplo de su refinada y calculada crueldad. No importa. En cualquier caso, al pobre Ichi le dio tal susto que casi se asfixia con un maki y yo la volví a llamar “puta” en mi cabeza.
—Eh… no es mi novio —respondí algo dubitativo—. No nos ponemos etiquetas ni compromisos.
—Esa frase es tan creíble como cuando le dices a tu madre que el paquete de tabaco que ha encontrado en tu chaqueta se lo estás guardando a un amigo ¿no crees Ichi?
—No, no sé. Mi relación también es de ese tipo —contestó el chico. Su voz desprendía tristeza a raudales.
—De Marc, no me extraña —añadió Luna entre risas.
—Ha sido idea mía —admitió Ichi—. Me va a ser imposible tener un compromiso serio con Marc porque… me marcho unos meses al extranjero.
—¿Qué? —preguntamos Luna y yo al unísono.
—Sí. Estaré un tiempo en Inglaterra. Sergio me ha conseguido el alojamiento y un trabajo temporal.
—¿Y Marc?
—Se queda aquí. Cuidádmelo bien —dijo con una risita forzada—. Si me disculpáis, tengo que ir al baño.
—Mira que eres burra —le reproché a Luna en cuanto Ichi se hubo ido—. ¿Por qué tuviste que sacar lo del tema de mi relación? Le has hecho polvo.
—Creía que estaba encantado con Marc y ya lo había superado.
—Aun así no creo que fuera una elección muy acertada —contesté.
—Tenía que saber si seguías con Miguel, para poder contarte que le he visto enrollándose con otro.
—Ah…