Me quedé callado, expectante, preparado para oír una carcajada de la boca de Marc que me indicara que aquella historia era una broma. No podía creer que, después de tanto suspense, por fin uno de los implicados confirmara mis sospechas.
—¿No dices nada? —me preguntó Marc—. Con el coñazo que has dado con el tema, suponía que tendrías algo que alegar u opinar.
—Es que estoy en estado de shock —confesé—. Aún no he procesado que tú e Ichi podáis estar juntos. Con lo mal que os caíais.
—Ya ves. Así es la vida. Es un friki de mierda, un niñato y tiene un apodo absurdo, pero le quiero —confesó.
—¡Hostias! —casi me atraganto al escuchar a Marc decir que quería a Ichi ¿Había oído bien?
—Sí, lo sé —continuó mi ex—. Suena muy raro viniendo de mí. Ni yo mismo me conozco. Esto es completamente nuevo.
—¡Joder qué fuerte! No es broma ¿verdad?
—Que no, que lo digo en serio. Es la primera vez que me sucede algo así, pero me he apuntado al paquete completo: amor, arrumacos, mensajitos tontos, andar cogidos de la mano y toda esa mierda. Incluso estoy siendo fiel. Hace que no practico la monogamia desde... desde... bueno, desde que estuve contigo.
—No hace falta que mientas a estas alturas de la vida —respondí divertido al verle intentar expresar su felicidad sin herir mis sentimientos—. Me parece estupendo y me alegro mucho por vosotros.
—Muchas gracias —dijo Marc—. Estoy tan ilusionado que parezco una niña pequeña.
—Qué guay —añadí mientras me preguntaba si esos sentimientos eran compartidos por ambas partes. En su última visita Ichi me dijo que ya no me quería, pero el beso que me dio era un buen motivo para dudar de ello. Por supuesto, no pensaba mencionar nada de eso a Marc, pero me temía que dentro de poco iba a recibir un curso intensivo de lo que habían sentido gran parte de sus parejas cuando cortó con ellas.