jueves, 14 de junio de 2012

Diario de un treintañero... y gay... y ciego 57

No hace demasiado tiempo, al ocurrirme algo así... bueno, a decir verdad, nunca jamás en la vida me había pasado (y mira que me he encontrado en momentos extraños) que en un mismo día un exnovio me anunciara que se mudaba de mi casa, un amigo con derecho a roce rechazara rozarse conmigo y un antiguo enamorado me besara para anunciarme que ya no me amaba... vaya día más completito que llevaba. Y aún no había pasado la mañana.

En fin, como iba diciendo, en momentos como ese, mi primera reacción habría sido acudir, sin dudarlo ni un segundo, a Marc. Daniel podía ser mi psicólogo, pero Marc era mi consejero y mi amigo del alma. Su falta de interés hacia los problemas ajenos era una actitud estupenda para tratar con alguien tan egocéntrico y neurótico como yo. Y si eso no funcionaba para que dejara de preocuparme, su amplitud de miras sexual siempre servía para aliviarme un poco las penas. Pero la situación había cambiado... o no. No lo sé. Todo era posible, teniendo en cuenta que ni él ni Ichi me habían aclarado si estaban juntos o solo era un nuevo invento de mi alocada imaginación. Aunque yo me inclinaba por hacer caso al dicho "quien calla otorga" y pensar que si ningún había negado la relación, sería por algo.

De todas formas, ese era otro tema. Me era indiferente con quién saliera o a quiénes se estuviera tirando, con tal de que pudiéramos quedar para hablar y me permitiera darle un poco el coñazo con mi vida. Así que opté por mandarle un mensaje por el móvil pidiéndole que me llamara para quedar. Era rápido, sencillo, claro, no le despertaría si aún estaba durmiendo y me ahorraba la posibilidad de aguantar una conversación como la que había tenido con Miguel. La parte negativa de este sistema era que había que esperar una contestación. Durante la primera hora de trabajo, estuve tan ocupado que casi ni me acordé. La segunda, se me hizo un poco más cuesta arriba, aunque me distraía con otras cosas. Pero fue a partir de la tercera cuando el suspense me superó y mi principales preocupaciones pasaron a ser: "¿habrá respondido en los dos minutos que he estado en el baño?", "¿me he vuelto sordo, además de ciego, y no he oído el pitido del móvil"?, "¿se me habrá estropeado el móvil y se me ha apagado?", "¿no le habrá llegado?", "¿no lo ha visto?", "¿habrá perdido el teléfono?", "¿se lo habrán robado?", "¿le habrán raptado?" y así una bonita sucesión de posibilidades, a cuál más absurdas, que, sin embargo, olvidaban las dos situaciones más probables de todas ellas: "Marc está en la cama con alguien" o "Marc continua durmiendo, después de haberse acostado con alguien".

Resultó que se trataba de la última opción. Marc se había quedado dormido, aunque no por haber tenido sexo, sino por haber visto una película. Eso me sonó rarísimo, pero preferí reservar mis opiniones para cuando nos encontráramos en persona. Quedamos un par de horas más tarde, en el bar al que solíamos ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario