miércoles, 21 de enero de 2015

Las aventuras de Baz el guerrero 24

La mazmorra de Reevert Tull no se encontraba demasiado lejos del campamento del rey Morfin, apenas les separaba un kilómetro, pero les costó casi una hora en llegar hasta allí. Tayner parecía tener serias reticencias a entregar el Corazón de la Montaña y cada vez que Baz le perdía de vista, el príncipe trataba de salir corriendo con la joya.

—Es mía —se quejó el chico tras su quinto intento frustrado de huida—. Me la he ganado justamente. Lo dijo la vaca.

—Eso de que te la has ganado justamente es bastante discutible —replicó el guerrero—. Pero aunque así fuera, necesitas entregársela al rey para saldar tus deudas con él y ganarte tu libertad.

—¡Es un órgano petrificado de un dios! Me podrían dar una fortuna por ella. Quizás valga un reino entero. Por algo tan valioso casi merece la pena que un rey tonto me persiga por el resto de mi vida.

—¿Seguro que lo has pensado bien? —le preguntó Baz, quien tenía sus dudas de que el chico se hubiera planteado los inconvenientes que acarrearía quedarse con la joya. Él solo veía el dinero—. Recuerda que podría obligarte a que cumplieras tu compromiso como uno de sus yernos.

—Vale, tienes razón —admitió al fin el príncipe—. Es demasiado feo. Sería incapaz de volver a meterme en su cama.

Después de eso, Tayner se volvió más dócil y siguió a Baz sin rechistar demasiado. aun así, el guerrero decidió guardar él mismo la joya para evitarle la tentación de escapar y no se la devolvió hasta que llegaron a la entrada del campamento real. Pretendía que fuera el chico quien entregase la piedra a Morfin, como gesto de buena voluntad y arrepentimiento por sus faltas pasadas.

—Habéis tardado mucho —se quejó el monarca de Elveiss cuando les vio.

—Bueno, ha sido más complicado de lo esperado —se disculpó Baz—. Incluso hemos tenido que combatir a una vaca parlante.

—Sí, todo eso es la mar de interesante, pero no tiene relación con el tema que me interesa —replicó Morfin—. Espero que hayan encontrado el objeto que les encargué.

—Claro. El chico lo ha estado custodiando para usted —dijo el guerrero, aunque el príncipe no pareció darse por aludido.

—No sé de lo que me hablas —respondió Tayner.

—¿Recuerdas eso que hablamos sobre lo FEO que puede resultar tu futuro? —le preguntó Baz, muy arrepentido de haberle devuelto la piedra al chico. No lograba entender cómo había esperado que se comportara debidamente.

—Ah, sí. Es verdad —dijo el chico riendo mientras sacaba la joya—. Estoy muy despistado esta noche. Aquí tienes.

Morfin agarró el collar y se lo colgó al cuello sin dudarlo ni un segundo. El Corazón de la Montaña soltó un brillo rojizo en cuanto tocó el pecho del rey.

—Ahora vamos a descubrir lo que puede hacer esto —dijo.

A pesar de saber que era algo imposible, a Baz le pareció que el cuerpo del rey empezaba a incrementar de tamaño.

2 comentarios:

  1. Uf, no sé si ha sido buena idea entregarle la joya al rey. Se ha quedado la mar de interesante, a ver qué pasa en el siguiente capítulo.

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    1. Cuando una vaca parlante de dice que algo puede ser peligroso, nunca hay que entregárselo a un exnovio. Eso lo digo yo como consejo, con independencia de lo que ocurra en la historia jejejeje

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