Debería haber ido a trabajar, pero con la mañana perdida y lo mal que había dormido, decidí completar el día libre. Me duché, comí, me tomé el gran lujo de echarme una siesta en día laborable y, sobre las siete, convoqué un gabinete de crisis. Aunque, lo mismo, "gabinete" es un concepto para reuniones más amplias. Nunca he tenido muy claro su significado. A mí me suena a pasillo o a habitación donde cambiarse de ropa.
El caso es que reuní a la gente que llamo cuando algo me preocupa. Ellos son mis mejores amigos, mis compañeros de risas y lágrimas y las únicas personas, aparte de exnovios que aparecen por sorpresa pidiendo alojamiento, a las que permito entrar en mi casa. Los anteriormente presentados, Luna y Marc forman parte de este grupo. Ella está loca y él está excesivamente salido. El tercer miembro no desmerece al resto del grupo. Tiene veinte años, se independizó de sus padres a los quince y es tan sumamente friki que, hasta hace unos meses, no averigüé que su verdadero nombre es Héctor. Pero todo el mundo le llama Ichi, como su héroe de manga preferido. No entiendo de dónde saco estos especímenes.
—¿Qué hago? —pregunté desesperado—. Esta noche es la cena con Sergio y mañana, la fiesta de Miguel. Con el primero tengo posibilidades y fue mi gran amor de la adolescencia, pero me dejó. Y el otro, me pone a cien, aunque es muy posible que sea heterosexual.
—Deberías tomarte un tiempo para encontrarte a ti mismo. El amor llegará cuando menos lo esperes o de donde menos lo esperes. De un desconocido, de un amigo... —me recomendó Ichi. Está locamente enamorado de mí, pero disimula bastante bien. Estoy siendo irónico.
—Tomarme tiempo no es una opción —me quejé—. Es el uno o el otro.
—Entonces, hoy Sergio y mañana Miguel —sugirió Luna—. No estás saliendo con ninguno de ellos. No tienen derecho a quejarse.
—Pero y si acabo con alguno de ellos ¿se sentirían engañados? —pregunté.
—Tíratelos a la vez —añadió Marc—. Así ambos sabrán a qué atenerse.
—¡Eso no va a pasar! —respondí enfadado—. Lo último que me apetece es que se enamoren el uno del otro haciendo un trío en mi cama. Con mi suerte, acabarían casándose.
—A mí, eso no me pasaría —dijo Marc—. En las orgías siempre soy el centro de atención.
—Claro —respondió Ichi con sarcasmo.
—Te lo demuestro cuando quieras.
—No gracias —contestó Ichi. Por alguna razón no se siente atraído por Marc. Y eso que él puede ver lo bueno que está.
—Yo me dejo —se ofreció Luna.
—Ahora mismo no estoy demasiado bisexual —dijo Marc.
Como grupo de ayuda son una mierda. Pero lo de gabinete de crisis les viene que ni pintado. A mí me causan un par de crisis cada vez que les reúno.
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