lunes, 19 de diciembre de 2011

Diario de un treintañero... y gay... y ciego 34

Luna, como si supiera secretos de estado y temiese que la CIA le hubiera pinchado el aparato, se negó a contarme nada por teléfono y me hizo quedar para que pudiéramos hablar alrededor de un café. Sabía perfectamente que su verdadera intención era obligarme a calmar su aburrimiento y que en lugar de café encontraría unas cuantas cañas, pero acepté. No era precisamente el plan que más me apetecía, sin embargo, la curiosidad que sentía era demasiado grande como para negarme.

—No sé de qué me estás hablando —dijo mi amiga una vez nos reunimos, confirmando de paso mis sospechas sobre su motivación para que-dar conmigo—. Lo último que supe de Ichi fue que echó la papilla en tu recibidor.

—Sí, pero después de ese agradable suceso yo tuve que salir a hacer unas cosas y dejé a Ichi al cuidado de Sergio y Marc.

—Vaya idea tuviste —me respondió—. Lo mejor que podría haber pasado es que esos dos se enrollaran.

—Sí, vale —contesté algo molesto por su sugerencia—. Pero eso no fue lo que ocurrió, sino que Marc, presuntamente, se acostó con Ichi.

—¿Presuntamente?

—No quiero sacar conclusiones precipitadas —respondí.

—¿Perdón? —preguntó divertida.

—Al menos no quiero darlo por seguro. Sería muy raro. Marc es mi exnovio e Ichi siempre ha estado por mí ¿Qué pensarías si yo me enrollase con uno de tus ex?

—Ya lo hiciste —contestó—. Tony.

—Ah, sí… aunque yo no estaba enamorado de ti. Es una situación completa y totalmente diferente.

—Perdona que corte el absurdo reinante en esta agradable conversación pero ¿te ha sucedido algo? Estás… resplandeciente. Y cansado… ¡Tú te has acostado con alguien!

—Eh... Noooooooo.

—Sí ¡Anoche tuviste sexo! —concluyó ella a voz en grito.

—¿Qué? —preguntó otra voz desde mi espalda con un toque triste—. ¿Con quién te has acostado?

Por supuesto la voz pertenecía a la persona que menos gracia podía hacerle esa revelación. Era Ichi. Tengo una suerte pésima.

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