viernes, 14 de diciembre de 2012

Gente Diferente 6

Zac y Robert habían quedado con sus amigos en la zona de bares de Edimburgo. Zac iba contando chistes malos, como de costumbre, pero Robert no le hacía caso. Su nueva condición de PEC, el miedo a que, a pesar del pendiente, volviera a aparecer la luz, el pánico que le daba que alguien pudiera reconocerle, la conversación con Michael y que su novia Sam no hubiera querido ponerse al teléfono, ocupaban la mayor parte de sus pensamientos.

La noche pasó de pub en pub, bebiendo, bailando, riendo y hablando. Cuando salían de uno se tropezaron con un tipo muy delgado, pálido y con unas pronunciadas ojeras.

—Hola, tíos —dijo con un tono lento y profundo—. ¿Queréis pasarlo bien? —Del bolsillo sacó unas bolsas con pastillas de colores—. ¿Qué os parece? La primera es gratis.

Algunos de los amigos de Robert accedieron. Zac, no se lo tomó tan bien.

—No queremos de esa porquería. Lárgate por donde has venido.

El camello, en lugar de enfadarse, hizo un gesto. Dos hombres altos, muy musculosos y con cara de enfado se acercaron a Zac.

—Si quieres discutir algo hazlo con ellos. Yo tengo trabajo —dijo con una sonrisa.

Zac se iba a lanzar a darle un puñetazo, pero Robert le sujetó del hombro y le llevó a un lugar lejos de los matones.

—¿Estás loco? Podrían matarte.

—Tío, son nuestros amigos.

—Así lo único que hubieras conseguido es que te abrieran la cabeza.

Zac bajó la cabeza en señal de que asumía el error y Robert continuó:

—¿Y por qué te preocupas tanto por una pastilla? Es algo fuerte, sí, y me parece una idiotez, pero dudo que sea la primera vez que nuestros queridos amigos lo prueban.

—Mi prima lleva una semana en coma gracias a lo que le pasó ese tío. Ni siquiera en el hospital supieron decir qué era lo que se había metido.

—¿Andrea está en coma? ¿desde cuándo se mete drogas?

—Mi querida prima ha cambiado mucho desde que cortasteis.

—¿Estás seguro de que es el mismo?

—Claro. Primero fue su camello, luego se enrollaron ocasionalmente. Por lo que parece, la pastilla era su forma de cortar con ella.

—Entonces, es personal ¿Le denunció tu tía?

—Sí, dicen que le están buscando, pero me parece una patraña. Cada fin de semana está por esta zona.

—Tendremos que ayudarles.

Zac hizo una señal de aprobación.

—Nadie toca a Andrea y se va sin recibir un par de miles de patadas.

Si te gusta Gente Diferente, puedes comprarla en Amazon


No hay comentarios:

Publicar un comentario