viernes, 4 de octubre de 2013

TR, el superhéroe gay, en "El Ascenso de los Conjurados" 33

— Au. — Se quejó TR. — ¿A ti qué te pasa?

— ¡Me has llamado Gaymer!

— Es tu nombre, pedazo de imbécil. — Le contestó TR enfadado.

— Me llamo Gamer, no Gaymer.

— Se pronuncian igual, so memo. — Respondió TR. — Deberías empezar a aceptar ciertas cosas, porque empiezo a estar hasta los huevos de tu tontería homofóbica.

— No tengo nada que aceptar.

— Fuiste tú el que trató de liarse conmigo. — Dijo TR. Había cosas más importantes de las que ocuparse en ese momento, pero así conseguiría ganar tiempo hasta que se le despejara la vista y supiera qué había pasado con Bolea. Ya empezaba a ver manchitas, así que sólo tendría que distraer a Gamer un rato más.

— ¡Me emborracharte para aprovecharte de mí!

— Tú solito te bebiste todas aquellas cervezas. — Replicó TR. — Y yo no llamaría “apovecharse” a un beso. Que me diste tú, por cierto.

— ¡Mentira!

— Vamos, admitelo. Estamos solos tú y yo. Puedes dejar de hacerte el machito un rato.

— ¡Callate! — Gritó Gamer.

Un pie se estrelló contra el estómago de TR, dejándole sin respiración. Bueno, le habría dejado sin respiración si hubiera hecho menos abdominales en su vida, pero decidió hacer un poco de teatro para evitar golpes en otras partes más débiles y distraer un poco más a su rival. Ya podía distinguir siluetas.

— ¿Dónde tienes el libro que te dio el Archivista? — Preguntó Gamer cabreado. — Sabemos que te lo llevaste de su biblioteca.

— Lo tiré a una papelera después de leerlo.

Otra patada impactó en su estómago y TR volvió a interpretar su papel de rehén indefenso. Sus trabajados músculos resistieron, pero no podía negar que le había dolido.

— Vale, te lo diré. — Admitió TR. — Lo dejé en un contenedor de papel. Es importante reciclar.

De nuevo su captor le pateó la tripa. Cada vez le hacía más daño, pero también era cierto que cada vez veía mejor.

— Es la verdad. Me había tenido que pegar con tu jefa y el Archivista para conseguirlo, pero en el libro no ponía nada interesante. Así que lo tiré.

— Eres un mentiroso patológico. — Dijo Gamer. — Cuando te mate, dejarás de contar chismes sobre los demás.

— Qué poco confias en la gente. Por cierto, antes de que acabes con mi vida me gustaría saber qué has hecho con Bolea.

— Superbyte se está encargando de ella en la calle.

Un fuerte estruendo, como el de un trueno, sacudió el edificio y TR pudo contemplar, tirado en el suelo y con su vista casi recuperada, cómo la enorme maza de su amiga atravesaba otro de los ventanales de su salón y se dirigía a toda velocidad hacia Gamer. No esperó a comprobar qué ocurría después. Prefirió salir corriendo y lanzarse por una de sus ventanas sin cristales.


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