lunes, 8 de septiembre de 2014

Las aventuras de Baz el guerrero 17

—Los clásicos, siempre funcionan —había comentado Tayner después de haber dejado sin sentido por segunda vez a Häarnarigilna.

—Gracias —dijo Baz. No era que aprobase el método que había usado el chico, pero tenía que admitir que le había salvado la vida. La vaca era un rival demasiado fuerte para él y, además, estaba completamente loca. Hubiera preferido que le rescatasen con algo de honorabilidad, pero empezaba a pensar que iba a ser difícil que eso sucediera si Tayner se encontraba por los alrededores.

—¿Me dejas tocarle las ubres ya?

—Desde luego que no —gruñó el guerrero asqueado.

—Eres muy aburrido.

—Sí, lo sé —admitió Baz—. Por cierto ¿te encuentras bien? ¿has tenido algún percance mientras corrías en la oscuridad?

—La verdad es que no. Me asusté un poco cuando me dispararon un montón de flechas, pero no fue nada.

—¿Fue cosa tuya que la trampa no tuviera flechas?

—Hombre, tenerlas las tenía —respondió Tayner sonriente—. Las dejé allí mismo, en unos montones. Como a ti te va eso del orden y no robar, pensé que así te sentirías orgulloso de mí y me dejarías ver qué escondes debajo del taparrabos.

—¿Y cómo es que no te ocurrió nada? —preguntó Baz tratando de ignorar el último comentario, a pesar que una parte de él (aquella que se encontraba bajo la influencia del hechizo amoroso) se moría de ganas de arrancarse la prenda y dejarse llevar por la lujuria y por los preciosos ojos verdes de Tayner—. Había varias decenas de proyectiles bastante afilados. Es imposible que las esquivaras todas.

—No hace falta. El campo de fuerza se ocupa de esas cosas —contestó el príncipe.

—¿Me estás diciendo que cuentas con un campo de fuerza mágico capaz de detener cualquier ataque contra ti?

—Básicamente, sí.

—Me habría gustado saberlo cuando trataba de salvarte de aquellos supuestos asesinos —se quejó Baz.

—Entonces te habrías relajado —explicó Tayner—. Estar en peligro de muerte siempre consigue que los guardaespaldas trabajen mejor.

A Baz (también a la parte de él que estaba enamorada de los ojos verdes del príncipe) le habría encantado abofetear al chico en ese momento pero dos cuestiones lo impidieron. La primera fue que recordó que su juramento de fidelidad a la corona de Kierg le prohibía agredir a miembros de la familia real. Y la segunda fue que Häarnarigilna se despertó en ese preciso instante.

2 comentarios:

  1. Qué práctico eso de tener un campo de fuerza que te protege de todo, aunque si me dan a elegir, creo que me quedaría con un guardaespaldas como Baz, jajaja.

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  2. Jejejeje eso sí que es práctico. Y si va en taparrabos, más aún.

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