Cualquiera diría que, llegados a ese punto, el día transcurriría más relajado. Que alguien desparrame los múltiples y malolientes litros de su contenido estomacal por la entrada de tu apartamento, compensaría el mal karma acumulado de varios años. Que te toque recogerlo siendo ciego, debería bastar para tu vida entera. Y si, además, el que lo ha hecho resbala con el charco y tienes que rescatarlo y la vomitona se expande por toda tu casa porque vives en una especie de “casi loft” sin apenas paredes... bueno, eso es motivo de beatificación. Hay santos por cosas más nimias. Pero en mi otra vida debí ser una persona horrible.
"Toc, toc, toc" sonó en la puerta. Esta vez era Marc quien llamaba.
—Hola —saludó—. Huele a pota.
—Sí, lo sé —respondí con sequedad—. Es culpa de ese que está durmiendo en el sofá.
—Muy agradable. Entonces seré más breve de lo que tenía previsto ¿Recuerdas la mañana que fui a verte a la oficina? —me preguntó.
—El día que nos...
—Exacto. El día que nos enrollamos. Estuviste bastante bien, por cierto. Hay un par de cosas que nunca te había visto hacer. Sobre todo eso de...
—Al grano Marc, que se te va el tema —le corté. Sergio podía salir en cualquier momento del baño y no me apetecía que oyera eso. Tampoco Ichi. Era capaz de despertarse y vomitar de nuevo.
—Pues quería decirte que he encontrado un editor para tu cómic en braille —dijo—. Eso sí, no podrá ser Daredevil.
—Vaya mierda —me quejé—. Para un superhéroe ciego que hay...
—Ya, pero los derechos son los derechos. Y Marvel no te los cedería ni de coña.
—Bueno, al menos algo es algo.
—Por cierto, la cita es esta tarde a las cuatro.
—¡¡¡¡¡¡¡¡Qué!!!!!!!! —grité atónito—. ¡¿Esta tarde?! ¡¿Cómo no me lo has dicho antes?! Hace al menos un par de días que lo sabes.
—Se me olvidó —se disculpó—. Tú tampoco recordabas que tenía algo que contarte.
—¡¡¡Pero yo no sabía de qué narices querías hablarme!!! —cada vez estaba más enfadado—. Podía ser que te hubiera salido un grano o que hubieras probado un nuevo café.
—No, era lo del editor.
—Yo te...
En ese momento, la puerta del baño se abrió y Sergio salió. Debía llevar poca ropa, a juzgar por la reacción de Marc.
—Jooooooooder —dijo. Podía imaginarme la baba cayendo de su boca—. ¿Quién es ese tío que está tan bueno?
—Será la causa de tu muerte si se te ocurre acercarte a él —le amenacé.
—Tranquilo, tigre.
—Me voy a duchar, que huelo a mierda. Échale un ojo a Ichi de cuando en cuando —le pedí—. Y mantente alejado de Sergio.
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