—Así que hay un monstruo ¿verdad? La noto estresada, déjeme que le dé un masaje —me ofrecí.
—Desde que murió mi querido marido, ningún hombre ha tocado mi cuerpo. —dijo ella.
—¿Eso es un sí? —pregunté algo confuso.
—Por supuesto que no, señor Nicholas.
—Ah, ya veo —contesté. Si quería ganarme la confianza de la señora iba a tener que trabajar mucho. Por suerte había otras opciones disponibles—. ¿Y a su mayordomo le puedo dar un masaje? Él también parece estresado.
—No sé cómo se harán las cosas en su Hungría natal, señor Blaine, pero aquí hay un momento y un lugar para cada cosa —gruñó la señora Hormiguero con cara de pocos amigos.
—Está bien, dejaré el masaje para cuando estemos a solas —respondí guiñándole el ojo al mayordomo—. Cuénteme lo de su monstruo.
—Ha sido horrible. No se lo puede imaginar. Espantoso. Nunca pensé…
—Sí, ya me imagino —la corté. Me empezaba a invadir mi acostumbrada desgana laboral. Todo hubiera sido más entretenido de haber podido amenizar el trabajo con algo de sexo, pero estaba claro que tardaría algo de tiempo en conseguirlo—. Horrible y espantoso. Es lo normal. Pero ¿qué pasa?
—El ganado desaparece, las cosechas amanecen segadas y extraños temblores agitan la aldea. Los hombres del pueblo organizaron una batida para descubrir la causa, pero no consiguieron encontrar nada. Y los que lo hicieron… —La mujer contuvo el aire mientras duró su pausa dramática—. ¡¡Aparecieron cortados por la mitad!!
—Sí, no parece algo que haría un televisor. Puede que un frigorífico enfadado… ¿han tenido problemas con los congelados? — Pregunté.
En esos momentos el castillo comenzó a temblar. Siempre me había imaginado que los terremotos sucedían poco a poco, que empezaban con un ligero tembleque que se iba incrementando a medida que transcurría el tiempo. Ese, desde luego no fue así. En un segundo el sofá estaba corriendo por la habitación y la lámpara de araña oscilaba violentamente en el techo. El resto de muebles parecían bien asegurados a las paredes, pues no se movían ni un centímetro. Incluso los jarrones y los cuadros permanecían inmóviles en sus sitios. Se notaba que tenían experiencia en ese tipo de situaciones.
El temblor terminó tan abruptamente que tardé casi un minuto en darme cuenta de que el sofá ya no correteaba por la sala.
—Sí, no parece cosa de un frigorífico —admití.
—La leyenda dice que se trata de un ser inimaginable proveniente de las profundidades insondables de la Tierra —dijo la señora Hormiguero entre susurros.
—Sí, las leyendas familiares suelen ser así de divertidas ¿Sabe si dice algo que pueda ayudarnos?
—Eso debería preguntárselo a mí hijo Gotthold. Él es ahora, tras la muerte de mi marido, el Guardián de los Libros y el Defensor de Ameisenhaufen. Hans —continuó dirigiéndose al mayordomo—, dile al señor que venga.
—No será un niño ¿verdad? —pregunté asustado. No suelo llevarme bien con los niños. Menos aún con los mocosos consentidos y malcriados que tenían mayordomo y vivían en castillos.
—Señor Blaine, mi Gotthold está crecidito —respondió la señora—. Mírelo, por ahí viene.
Por la puerta del salón entró un joven de unos 25 años. Su fuerte cuerpo con los músculos bien definidos dejaba claro que no tenía nada de niño. Tampoco parecía un pijo malcriado. De hecho, iba bastante desaliñado con el pantalón cubierto de barro y la camisa entreabierta y empapada en sudor. Me encantaba. Sin ninguna duda, iba a pasármelo bien en ese caso.
—Soy Gotthold, conde de Ameisenhaufen —dijo estrechándome la mano—. Perdone mi aspecto. El caballo que estaba montando me ha tirado cuando ha ocurrido el terremoto.
—Yo sí que te voy a montar —pensé.
Jajaja, menudo libidinoso está hecho Blaine, aunque a mí también se me caería la baba, con un conde como ése. Gracias por el nuevo capítulo.
ResponderEliminarJejejeje Blaine no le hace ascos a nada que se le ponga por delante. Él no es nada superficial, le vale cualquiera que no sea un hombre-hormiga (al menos, hasta que se le pase la fobia). me alegro que te esté divirtiendo y muchas gracias por los comentarios. Viene bien que alguien te diga que le gusta lo que haces :D
Eliminar¡Me encanta este personaje! Hace que lo que siempre ha dado miedo y respeto, como es el tema sobrenatural, parezca divertido.
ResponderEliminarGracias por los capítulos.
A mí también me gusta mucho, me lo paso muy bien escribiendo las aventuras de alguien tan loco como Blaine. Esperemos que la historia te siga gustando en las próximas entregas y que se te haga más llevadera la falta de Santi. Muchísimas gracias por los comentarios.
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