viernes, 30 de mayo de 2014

Blaine Nicholas, brujo a domicilio 7

Hans debía de tener mucho estrés acumulado porque no tuve que insistir mucho en la cuestión del masaje para que aceptara. Claro que, después de haber conocido a su jefa, no me extrañaba lo más mínimo que el criado estuviera de los nervios. Debía resultar un auténtico suplicio soportar, día tras día, los gritos de la histérica (aunque atractiva) señora de la casa. Sin embargo, lo más curioso del asunto fue que el pobre Hans había creído que mi intención no era otra que la que darle un simple masaje. Ni más, ni menos. Hay que ver lo inocente que llega a ser la gente. "Te doy un masaje" sólo es una excusa para empezar a desnudar a alguien y manosearle a un poco antes de pasar a mayores. Tampoco "vente a cenar y a ver una película en mi casa" y "te invito a una copa" significan lo que parecen sino que, en realidad, son estratagemas para llevarte a la cama. Es un lenguaje universal. Pero como el criado no lo conocía, se llevó una gran sorpresa cuando mis manos abandonaron sus hombros y se deslizaron lentamente por su espalda hasta su culo. Y aún más se sorprendió al empezar a desabrocharle el cinturón. Pero, a pesar de tanta sorpresa (también alguna me llevé yo, pues el chico mejoraba sin ropa), Hans no puso pegas a que continuara tratando de liberarle de su estrés.

Terminados los diversos masajes que le hice por diversas zonas del cuerpo con diversos miembros de mi anatomía, el criado se marchó (mucho más relajado que al comenzar) y yo me di una ducha. En eso estaba cuando escuché una voz que me llamaba desde la habitación.

—¿Señor Nicholas? ¿está ahí? —preguntó Gotthold desde la puerta del baño—. Perdone que le moleste.

—Es igual, ya voy a salir —dije cerrando el grifo. Me sequé un poco con una toalla y pasé completamente desnudo a la habitación. Siempre ayuda que los posibles clientes vean el género antes de catarlo y yo tenía muchas ganas, a pesar de mi reciente "masaje" con Hans, de que el conde catara todo el género que fuera posible catar.

—Si quiere, espero fuera mientras se viste —comentó el chico dándose la vuelta avergonzado.

—No hace falta. Ambos somos hombres. No tengo nada que no hayas visto —respondí mientras empezaba buscar por el cuarto (sin demasiada atención) la ropa que había dejado tirada por el suelo al comienzo de mi "masaje" con Hans. De reojo pude ver cómo Gotthold repasaba mi anatomía de arriba a abajo—. Bueno, dime qué querías comentarme.

—No se lo he dicho antes porque no quiero que mi madre se preocupe, pero conozco la entrada a la guarida del monstruo.

—¿Qué me dices?

—Se encuentra en el bosquecillo cercano, junto a un lago —continuó el conde—. Podríamos acercarnos una vez mi madre se haya dormido.

—¿Y no sería más adecuado ir por la mañana? —pregunté. Una propuesta del tipo "vamos los dos solos esta noche al bosque a cazar un monstruo" hacía suponer un montón de posibles y eróticos finales, pero la parte del monstruo me seguía sin convencer. Me parecía más seguro investigarlo a la luz del día, momento en el que la mayor parte de las criaturas demoniacas están durmiendo plácidamente.

—El túnel por el que hay que entrar suele estar inundado y sólo es practicable por la noche, al bajar la marea —explicó Gotthold.

—Los lagos de montaña no tienen mareas —apunté.

—Este sí.

—¿Y no tienes un par de equipos de buceo?

—Señor Nicholas, vivo en las montañas ¿para qué iba a comprarme equipos de buceo? —dijo el conde.

—Yo que sé, tú eres el que vive cerca de un lago con mareas —respondí.

—Además, así mi madre no sospechará nada —comentó Gotthold—. La pobre se altera fácilmente.

—Sí, ya lo he visto —comenté—. Bueno, pues iremos a tu lago mágico esta noche.

2 comentarios:

  1. Gracias por el nuevo capítulo. Esa aventura nocturna parece que va a ser muy emocionante.

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    1. Gracias a ti por seguir leyéndolo y comentando. Intentaré que la aventura nocturna esté a la altura de tus esperanzas jejeje

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