lunes, 23 de junio de 2014

Las aventuras de Baz el guerrero 07

Todo en el rostro del rey Morfin indicaba que decía la verdad. Tampoco es que Baz tuviera motivos para desconfiar de él. Pero, a pesar de ello, algo en Baz le hacía dudar.

—No os creo —comentó el guerrero.

—Pensadlo bien. Seguro que le estáis haciendo un favor pero no tenéis muy clara la razón.

—Pues… —Baz ya no se sentía tan seguro. Las palabras del rey se ajustaban bastante a lo que llevaba sintiendo desde que empezara a acompañar a Tayner. El chico había tratado de robarle su bolsa de dinero y, aun así, él se ofreció a ser su guardaespaldas.

—Y sus ojos os recuerdan a alguien. Quizás a los de un antiguo amor —continuó Morfin—. ¿Tengo razón?

—Sí… —consiguió responder Baz.

—Son los efectos del Cristal de Marggen. Lo sé bien porque Tayner me lo robó mientras vivía en mi castillo.

Baz miró al príncipe esperando que le diera una explicación, pero el chico no parecía demasiado dispuesto.

—Entonces ¿quieres que te lo devuelva? —preguntó el guerrero.

—Ya no es posible —apuntó Morfin—. El Cristal se ha vinculado al chico. solo él puede usarlo. Sin embargo, estaría dispuesto a aceptar algo en compensación por todo el daño que me ha causado. No demasiado lejos de aquí hay una cueva en la que podréis encontrar un collar de platino con una gema roja como la sangre. Traédmelo y estaremos en paz.

—Hablas en plural —dijo Baz—. ¿Qué te hace pensar que voy a ayudarle después de saber que me manipula? Además, yo tengo otras cosas que hacer en Birnik.

—Podría decir que tienes un sentido de la justicia demasiado elevado como para dejar que el muchacho vaya solo. Pero si eso no es suficiente, te invito a que mires sus ojos.

El guerrero no necesitó hacerlo. Una punzada de dolor le atravesó el corazón al imaginarse lejos de esos preciosos ojos verdes que tanto le recordaban a Trelios. Era obvio que no podría abandonarle. Le acompañaría aunque eso significara no llegar a Birnik.

—Está bien —se rindió Baz—. ¿Qué tenemos que hacer?

—A un kilómetro encontraréis un desvío —le explicó el rey Morfin—. Cogedlo y continuar hasta que encontréis una pequeña montaña solitaria. La llaman Reevert Tull y en su base encontraréis una pequeña escalera de piedra que os llevará al interior de una mazmorra. Allí hallaréis la joya que tenéis que entregarme. Yo os esperaré en la posada que hay en el siguiente pueblo.

—Oiga ya que voy a trabajar para usted ¿no le sobrarán unos pantalones para dejarme?

—Lo siento, aunque créeme cuando te digo que estás mucho mejor así de lo que estarías vestido —respondió el rey sonriente.

2 comentarios:

  1. Gracias por el nuevo capítulo. Se han desvelado cosas muy interesantes gracias al rey Morfin.

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  2. A ver qué me invento para el siguiente capítulo, que el calor empieza a reblandecerme el cerebro jejeje Muchas gracias por el comentario.

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