martes, 17 de junio de 2014

Las aventuras de Baz el guerrero 06

Baz adoptó una postura de combate ante las sombras amenazantes, esperando que la envergadura de su imponente arma erguida hacia el cielo nocturno (la que llevaba en la mano, no la del taparrabos) impulsara a sus atacantes a retirarse. No sabía dónde estaban, era imposible ver nada más allá del halo de luz que despedía la hoguera, así dio un par de vueltas alrededor del fuego para asegurarse de que pudieran contemplar el tamaño de su espada.

—¿Qué estáis buscando? —preguntó Baz al tenebroso bosque. Empezaba a ponerse nervioso. Era algo que le ocurría cuando se enfrentaba a situaciones inexplicables e ilógicas, como el hecho de continuar vivo si (como suponía) se encontraba rodeado de asesinos. También se estaba cabreando—. ¿Qué queréis? —gruñó con toda la fuerza de sus pulmones. El severo entrenamiento de su infancia fue lo único que impidió que alguno de los presentes necesitara un pañal en esos instantes.

—Bueno, basta de gritos y alaridos —oyeron que decía una voz profunda y autoritaria que salía de la oscuridad. Pronto pudieron ponerle cara, pues una figura entró en el círculo iluminado. Era un hombre bastante mayor, podría ser el padre de cualquiera de ellos, aunque se veía que se mantenía en bastante buena forma. Vestía unas ropas tan caras como las de Tayner (o quizás más).

—¿Quién es? —preguntó Baz preocupado por si se trataba de alguien importante ante el que tuviera que hacer una reverencia. Al menos sabía que no se trataba del rey Yurgos. No se parecía a la cara que salía en las monedas.

—Yo, joven nudista, soy el grandioso rey Morfin, gobernante supremo de Elveiss —se presentó el recién llegado, evidentemente ofendido ante al ignorancia del guerrero.

—¿Es tu futuro suegro?

—Bueno… —comenzó Tayner—. En realidad, no era con Rassa con la que me iba a casar…

—¿Qué? —preguntó Baz atónito—. Pero si casi podría ser tu abuelo. Señor —continuó dirigiéndose al rey Morfin—, no permitiré que os aprovechéis de un joven inocente.

—Es la primera vez que oigo a alguien decir que Tayner de Kierg es inocente —se rio Morfin.

—Habéis obligado al rey Yurgos a entregaros a su hijo pequeño en matrimonio a cambio de la paz —prosiguió Baz—. Y eso es algo que no debo permitir.

—Pero si fue idea de Tayner —replicó el rey Morfin mientras a su alrededor empezaban a agolparse soldados ataviados con armadura amarilla. Seguramente, no les habían hecho gracia las últimas amenazas había escuchado por boca del guerrero.

—Lo haría por su patria.

—O porque quería asegurarse seguir siendo rico si su padre le desheredaba —contestó el monarca—. Mirad, sé que lo hacéis de buena voluntad, pero no podemos continuar con esta conversación hasta que asumáis que ese pequeño timador os ha hechizado.

2 comentarios:

  1. Esto se está poniendo muy interesante, aunque me parece que el pobre Baz va a sufrir mucho con ese príncipe suyo, jajaja.

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    1. Un poquito nada más jejeje A ver si me da tiempo a publicar Blaine antes del viernes. Gracias por el comentario.

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